Huir de la ley no es algo que queremos ser refugiados. En primer lugar, hay una razón por la que existe una ley. Sirve como medio de transporte normal para los ciudadanos con el fin de proteger nuestros derechos fundamentales. Sin ley, habría desorden y todo el mundo estaría expuesto a daños. Como resultado, el mundo se convertirá en una jungla caótica donde solo sobrevivirán los más aptos. Y esta no es la vida ideal que queremos. Como ciudadanos, tenemos el deber de respetar estas leyes para mantener la paz y el orden. Entonces, ¿qué pasa si infringe la ley? Los encargados de hacer cumplir la ley se asegurarán de que la justicia otorgue a los infractores el castigo que merecen.
Desafortunadamente, no todos los delincuentes reciben sanciones por sus delitos. Algunos han logrado evadir la garra de la justicia y siguen corriendo. Aquí hay algunas confesiones horribles de los propios refugiados y de aquellos que conocieron a un refugiado que huía de la ley.
No somos la ley pero podemos mostrar justicia.
Permitir que el castigo se adapte al delito.
Es hora de dejar que la justicia siga su curso.
Puedes correr, puedes esconderte. Pero nunca serás libre.
Tenga cuidado con lo que quiere.
La venganza es dulce y no engorda.
Cuando traes una cierta cantidad de lío a tu vida.
Si no puede hacer sacrificios por sus hijos, no se lo merece.
El precio a pagar por infringir la ley.
El mundo da vueltas. Los días cambian y la gente también.
Un refugiado que huye de la ley puede evitar el arresto, pero no es gratis.
Siempre le deseamos mucho éxito.
Es tu elección.
El crimen no paga.
Mantén tu posición firmemente.
Un verdadero amigo es alguien a quien puedes acudir cuando lo necesites.
La pobreza no es una excusa para el crimen.
Romper la ley rompe la vida.
Un buen amigo siempre se preocupa.
Se cuidadoso en quien confías. Recuerde, el diablo fue una vez un ángel.
Nada se hace en este mundo sin un precio.